TOMASINA Y CONEJIN
Había una vez una
ardilla que se llamaba Tomasina.
Tomasina vivía en
un lindo agujero que había en el tronco de un árbol muy alto.
A la mañana, Tomasina se asomaba a la puerta de su casita, fruncía el hocico muchas veces y decía:
-Buenos días, árbol.
El árbol sacudía
sus ramas y le cantaban:
-Buenos días Tomasina.
-Buenos días pajaritos.
Los pajaritos
revoloteaban y le cantaba:
-¡Buenos días!
-Buenos días,
nubes.
Y las nubes le decían
adiós con la mano, porque estaban muy altas.
-Buenos días,
sol.
Y el sol le
contestaba haciendo guiños y calentándole el pelito, porque estaba muy alto para
contestarle.
Después Tomasina
les decía:
-Salgo de casa
para buscar comida, hasta luego.-Y entonces shiiiittt…. Se deslizaba por el
tronco hasta el suelo.
Una mañana, después
de haber saludado a sus amigos, bajo y encontró al pie del árbol un lindo
conejo.
-Buenos días,
Conejìn –le dijo Tomasina-. ¿Por qué no me contestas, Conejin?
-Porque estoy
llorando.
Tomasina se sentó
a su lado en el pasto tibio, levanto su cola como un penacho, y le pregunto:
-¿Por qué lloras?
¿Qué te pasa?
-Porque no me gusta mi casa.
-¿Cómo? ¿Y por
qué no te gusta tu casa?
-Porque es una
cuevita debajo de la tierra, al pie de un árbol… y yo quiero vivir en una casa
que este arriba, entre las ramas, como la tuya…
-No llores por
eso Conejin; ven a vivir conmigo allá. Así estarás contento.
Y Tomasina, rápida
como un relámpago, trepo por el tronco, llamando a Conejin.
-Arriba, rápido,
ven conmigo.
-¡Que suerte! –exclamò
Conejin. Y quiso subir detrás de la ardilla, pero… ¡cataplùn! Se cayó. Probó
otra vez y… ¡cataplùn! ¡Al suelo!...
Tomasina lo
llamaba:
-Vamos, ven
Conejin; ¿Qué haces que no subes? ¡No tengas miedo!
-¿No ves que me
caigo? Yo no puedo trepar como tú…
-¡Prueba otra
vez! Ven pronto, así veras que lindo es mi nido aquí arriba.
Conejin movía las
patitas; trataba de prender las uñas… ¡nada! Cada vez estaba en el suelo.
-Mis uñas sirven
para cavar en el suelo, pero no para clavarse en el tronco, para trepar…- Ya
empezaba a llorar de nuevo cuando en eso oyó:
-Guau, guau, guau…
-¡Ay, Conejin; un
perro! ¡Sube pronto que te agarrará!... pronto, pronto…
-Guau, guau, guau…se
oía cada vez más cerca.
¡Que subir ni
subir! Conejin Empezó a disparar ¡Como corría! Las patitas de atrás se juntaban
con las de adelante…
-Guau, guau, guau…
-¡Más ligero,
patitas, que me agarra!...- y Conejin llego, por fin a su casita al pie del árbol.
Se metió justito cuando ¡casi lo alcanzaba!
Conejin, sentado
en su madriguera abrigada, apenas podía respira del susto y del cansancio que tenía.
El corazón le hacia tacatac tac tac…
Y Conejin
pensaba:
-¡Que suerte que
estabas acá abajo, mi casita querida! Me salvaste la vida. ¡No te cambio por
ninguna casa del mundo!
Aqui les dejamos algunos comentarios criticos , pedagogicos y algunas ideas para trabajarlas en la sala.
COMENTARIO CRÍTICO:
El cuento
extremadamente sencillo, como deben ser los cuentos infantiles, maneja
elementos afectivos que dejan huella en el alma de los niños.
Esa ardilla
Tomasina, tan impulsiva, alegre y bondadosa, es el símbolo de la infancia sana
y libre.
Ese Conejin tan
lloroso, tan infeliz, es el símbolo de la infancia presionada por factores
ajenos a su edad, mal dirigida, siempre descontenta.
El perro es el símbolo
de la agresión permanente de todo lo que nos rodea: el frio, el calor, el
dolor, el hambre, el rival, la incomprensión, la injusticia.
De ahí la importancia
que reviste este relato en el que se juega la vida del ser, que debe encontrar
en su propio medio los elementos para su felicidad.
Ese es el valor formativo
de los cuentos infantiles cuya repercusión recién empieza a comprender la psicología.
COMENTARIO PEDAGOGICO:
La expresión de este cuento da motivo a verdaderas
creaciones infantiles en las cuales el perro- la agresión- juega un papel
primordial, así como el conejo disparando – la defensa- y el conejo dentro de la
cuevita, que es la paz, la felicidad. Los niños los manejan de acuerdo con su
afectividad.
Todas las
expresiones plásticas tienen cabida: el modelado de los animales, que son tan característicos;
la preparación de árboles de todo tamaño y grosor, lo que obliga a la comparación;
la preparación del follaje, eligiendo colores, recortándolo y atándolo al
tronco.
Cavar la cuevita
en arena húmeda, en tierra o en arcilla y arreglar un lugarcito, muelle para
dormir, es ocupación apasionante, pues todos los trabajos van acompañados de
comentarios, diálogos o soliloquios llenos de encantos.
VOCABULARIO
Revolotear, hacer
guiños, deslizarse, al pie del árbol, rápida como el relámpago, trepar, cavar,
madriguera.
ENSEÑANZAS IMPLICITAS:
La ardilla vive
en el tronco de los árboles, en los huecos altos.
La ardilla tiene
cola como un penacho. La ardilla es mansa.
El conejo sabe cavar.
El conejo cava su madriguera al pie de los árboles. El conejo corre muy ligero;
es manso. La ardilla y el conejo temen al perro.
TEMAS PARA LOS CUALES SIRVE EL RELATO:
Animales salvajes
y domésticos. El bosque. El perro. El árbol.
La primavera.
Compañerismo.
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